La pérdida de productividad del suelo y el avance del desierto en el mundo son temas de poca visibilidad y poco difundidos, a diferencia de otros tópicos ambientales, señaló Javier Riojas, experto en Medio Ambiente del Departamento de Estudios Internacionales en la Universidad Iberoamericana, con motivo del Día Mundial de lucha contra la desertificación y la sequía.
Redacción / 3errres
La desertificación se entiende como el deterioro ecológico y social de muchos ecosistemas, entre los que peligran selvas y bosques, que debido a su transformación por la actividad humana, sufren una degradación paulatina que genera otros problemas como la migración humana, debido a la pérdida de los beneficios ambientales útiles para la población, apuntó el experto.
“En México se trata de un problema importante, porque se ha extendido la erosión del suelo, generada por la actividad humana, y también se ha identificado el avance del desierto en varias regiones”, declaró Rojas.
Agregó que en la actualidad más de la mitad del territorio nacional ya se considera zona desértica. Regiones de Chihuahua, Sonora y Baja California sufren este deterioro por sus condiciones naturales pero a este problema también se le ha abonado la actividad humana.
Las zonas desérticas se encaminan hacia el sureste, que aunque es más rico en agua y vegetación, también se ha modificado debido a la habilitación de sembradíos o pastizales, que han ganado terreno a los bosques y selvas.
“México es un país vulnerable a ello, y las políticas públicas también son un problema, porque por un lado fomentan las actividades que impulsan la desertificación y abren tanto la frontera agrícola como agropecuaria para sembrar en bosques o zonas de vegetación, y por otro lado, también hay políticas públicas que fomentan la conservación del medio ambiente”, expresó el maestro Riojas, quien añadió que a lo anterior se le denomina “subsidios cruzados”.
Como parte de las soluciones, el experto de la Ibero recomendó ser conscientes del problema, orientar las políticas públicas para que sean amigables con los ecosistemas y buscar técnicas de producción que no afecten los sitios habitados.